sábado, 31 de diciembre de 2016

LOS MUROS CUENTOS CORTOS DE LA CUBANA CLARA LEUCONA


HISTORIAS DE MUROS


1
Abrió los ojos despacio, era una operación que requería tiempo y hacía
muy de cuando en cuando. Un poco de arena se desgranó hasta el suelo.
Recordó cuando era un pequeño y el agua rezumaba oxígeno sobre su
cuerpo. Los pies nudosos apretaron la tierra, alzó uno y otro, sacudiendo el musgo y echó a andar en busca de la lluvia.
2
La lluvia comenzó justo después de aparecer el hombre, cuando dejo
caer la capucha se derrumbó.
-Está muerto pregunté.-
-Eso ya no interesa.-
-Habla sólo por ti. –
-Ah está vivo-
Como nunca sé lo que haré en el momento, tengo que tomarme las cosas con calma y paciencia. 
Para ello se necesita tiempo como no tengo tiempo le disparo a la cabeza. Gracias dijo el aparecido
- no es el fin del mundo.
- Eso parece.
Afuera el aguacero parecía arreciar me arrebujé la capucha. Estaba helada.
3
Decían: Es raro, tiene un punto sobre la cabeza. No se inmutó caminó
ajeno a los comentarios. El punto fue aumentando, tornábase pegajoso.
Un día (nadie recuerda cuando) echó a volar. Desde entonces los muros sienten fobia por las mariposas.
4
Esta es la casa, la sombra de la casa, tras los cristales la lluvia
fría tuvo un  olor nombrable. Así escribió el muro que soñaba con ser
escritor tener una hermosa casa y ser un hombre, se detuvo y salió a
dar su acostumbrado paseo matinal, bajó los escalones con saltitos
apurados, al llegar a la acera abrió un paraguas inmenso con girasoles
amarillos ¿o eran azules?….va a comprobarlo pero se percata de que no
lleva el paraguas. Mejor regresar. Subió a prisa hasta su apartamento
sacó las llaves pero sus llaves no son suyas…perdido…Era un muro y lo
había olvidado. Punto final. Suspiró satisfecho.
5
Muro detenido y con camisa de fuerza llora, un hombre pasó a través y
sintió una necesidad incontrolable de escribir, el muro nunca supo que
este hombre era  músico y que la canción provocada por su última
lágrima sería famosa y conocida en los mejores escenarios del mundo.
Así los pequeños al igual que los grandes, por una broma triste del
azar pasan a la historia.
6
El muro decidió hacer su autorretrato. Desde mi parto y hacia mi voy,
pensó divertido. Al terminar lanzó un grito el espejo reflejaba un
cuarto… vacío.
7
Un muro ve y escucha muchas cosas, por eso no es de extrañar que
alguno se enamore. La mujer se sienta frente al espejo. Un hombre la
abraza por la espalda, ella dice algo que el muro ya no oye regado en
pedacitos húmedos sobre el piso, vean, con sólo escuchar una palabra.
8
El muelle contemplando el mar se pregunta qué paisajes hay del lado
otro. …llegar…llegar…piensa obstinado mientras el agua devuelve  sus
últimos listones a la arena.
9
El hombre llega y respira aliviado…se deja caer,  la superficie es
muelle,  agradable.
Sus pies se alejan del piso cada día. El hombre duerme. La silla aguarda...
10
Esta es la historia de un muro pequeñito que desea viajar…donde se ha
visto alzan sus narices los grandes muros arrastrando sus maletas. El
muro pequeñito les dice adiós con su pañuelo blanco y luego duerme
soñando con aviones hasta caer de la cama…suerte que no está volando
(piensa) y sonríe alelado.
11
El Muro se desmorona, recuerda con cierta ilusión sus orígenes.
12
Lo descubrió por la tarde, un anciano intentó apoyarse sobre su
hombro, él se apartó. Caminó la ciudad mientras el sol abría su bocaza
roja, rechinó los dientes, chupó una piedra gorda como un dedo y se
durmió.
13
Los muros rara vez se inmolan, que proliferen las medallas en la
madera y el hachero, dicen ellos que más allá de sus oquedades miran a las muchachas orinar sus tragos a la noche
14
Con una tosesita comenzó su discurso…solidaridad, igualdad, libertad.
Los invitados se marchan. El muro continuó repitiendo las mismas
inexplicables palabras hasta estallar.
Afuera muchos corrieron ¡Terroristas!. una niña aplaudió: Son fuegos
artificiales. Y eso fue todo lo que publicaron los diarios al siguiente día.
15
El escarabajo logró llegar hasta la cabeza del muro, allí se acostó a
contemplar el cielo.
El muro sacudiéndose lo echó contra la tierra, satisfecho de que todo regresara a su justo sitio.
16
Los hombres temen y niegan la tristeza. Los muros la compadecen y la
cubren con su sólida frialdad. Cuando el primer muro se sintió triste
decidió caminar y convertirse en hombre.
17
Es un muro que a ratos  confunden con un hombre, calla obstinado y
amargo. Peligro de no saber nombrar.
18
Erótico era un muro pasivo, sin embargo no podía ver a una mujer sin
que se alterara su rocoso metabolismo. Esperó a diario que alguna se
acercara. Erótico ignoraba que tenía un cartel enorme que decía: Prohibido sentarse.
19
Historia en tres partes
I
Cuando llegó lo esperaban, ansiosas las miradas convergieron, quitando sus calzones sin prisa defecó largamente sobre el muro,  hasta que el curioso hombrecillo que a la sazón era el presidente de la república dijo: Basta.
II
El muro aguardó por la añorada limpieza, pero todos estaban demasiado ebrios, miró hacia el cielo, las estrellas brillaban burlonamente, tampoco llovería.
III
No era como puede parecer cuestión de broma, estaba decidido a no ser un sucio muro toda su vida, pero lo rompieron en muchos pedazos, y lo vendieron, es todo cuanto recuerda,  me confiesa el pedrusco en la
bañera.
20
Es un Muro poderoso que creció sobre sí con la ayuda de los hombres a quienes temía. Para que no se entendieran demasiado, les brindó diferentes lenguas...el resto, es historia conocida.
21
No era un escalón como todos los demás, a diario saltaban de dos en
dos ignorándolo.
22
Con gran seriedad se tienden los puentes, prefieren acostarse bocabajo
y que les hagan cosquillas en las espaldas, también escuchar el rumor
de quienes los cruzan. Todo o casi todo saben pero no lo dicen, prefieren seguir siendo acariciados.
23
En la reunión las puertas alegan ser las más importantes, las ventanas
chillan indignadas a tal volumen que no dejan escuchar a los puentes y
a los faros, únicos que intentan llegar a un acuerdo. Cuando
preguntaron al muro, dijo _sí claro_ y se marchó.
Feliz de que todos se hubieran entendido finalmente.
24
El escalón diferente probó ser igual a los demás. Desconocía que ser
ignorado no lo hacía distinto, era una forma de ser sólo uno entre
tantos.
25
Los muros sienten una secreta admiración hacia los escalones, sobre
ellos se apoyan los pasos como pequeños islotes. Los escalones
murmuran temerosos de los muros que no dependen de las piernas ajenas.
Fuertes y olvidados por el tiempo se envidian mutuamente.
Los hombres continúan tropezando con unos y otros.
26
Los muros interiores prefieren el anonimato. Hubo una vez un
psicoanalista que miraba más allá, por mucho que se ocultaran él los hallaba, uno a uno sus pacientes    murieron con sólo formularles una
pregunta. Fue acusado por los hombres de asesino en serie. Sólo entonces todo regresó a la normalidad.
27
Nunca navegó a pesar de las innumerables propuestas de sus amigos, así pues ninguno se asombra, cuando el faro grita ¡Un barco! ¡Un barco! …
Y alumbra.
28
Despertó como siempre medio adormilado y  colocó un pie en su sandalia….ahh! el pie izquierdo. Ya que el día amanece con mal
augurio, mejor aguardar a mañana y volvió a dormir.  Al despertar descubrió la sandalia en el mismo sitio. No podría soportar este tipo
de amaneceres durante mucho tiempo.
29
Las puertas y las ventanas son poco seguras aún cuando estén cerradas.
Los muros muy en fondo de sus cavilaciones sienten una lástima enorme
por las ventanas y las puertas. Tan débiles, tan obtusas ellas, que
con un empujoncito pueden trastornar al mundo.
30
Las ventanas conocen la frustración. Han venido a las altas paredes
humilladas y fisgonas. Soborno de lo intocable.
31
Los escalones se creen muy importantes, los divertidos de los teatros los francamente insoportables de los ministerios y los armoniosos de las casas, aunque existen también algunos que sueñan con ser
independientes , la mayoría que prefiere continuar unida en escalera, abuchea a los demás: Anarquistas. _les gritan_. Luego por lo bajo, qué puede hacer un escalón sin otro escalón y suspiran.
32
Los muros interiores, salen expelidos cuando los hombres mueren, es
una sensación desagradable, lloran sin consuelo e intentan regresar una y otra vez.
33
El muro llega a un Zoo y se detiene frente a un lobo, esa noche sueña
que aúlla por las estepas húmedo por el rocío, salta de cabeza en
cabeza, explota en volutas de humo que asciende y se convierte en
cielo, allí despierta y corre, se aleja con su paso bamboleante, la
mirada tristísimo. Han enviado por la policía, los periodistas…pero y el lobo... ¿dónde está el lobo?
34
…Y los muros hablaron, pudieron hablar...



                                                                                                                                                                             

miércoles, 28 de diciembre de 2016

VIOLENCIA EN LOS NOVIAZGOS

Ayuda

Elízabeth Lencina

Volver a entrar en esa casa, luego de tantos años, le produjo una mezcla de sensaciones. Allí había aprendido las primeras reglas de los juegos en grupo, con sus primos. Allí había recibido los besos más sinceros, los de su abuela y los consejos más sabios, los de su abuelo.
Ellos ya no estaban. Dios se los había llevado, luego de casi noventa años de existencia.
Y él era el encargado de recuperar esa vivienda, tan grande, tan cómoda, tan llena de recuerdos.
Lo primero que hizo fue abrir puertas y ventanas. Aunque el clima no era bueno, prefería un poco de viento y no el olor a encierro.
Comenzó limpiando el baño y la cocina, acompañado de Emily, su pequeña gata y de la música de su celular.
Cada objeto que veía o que tocaba lo llevaban muy lejos en el tiempo. Y no quería regresar. Allí estaba compartiendo buenos momentos con las personas que más había amado.
Sus diecinueve años de edad parecían tomados de varias vidas. Le habían arrebatado su infancia. Y pudo transitar la adolescencia huyendo, de a ratos, de todo lo que lo asfixiaba.
Se había tomado unos minutos, para saborear un café con leche, cuando comenzó a llover. Cerró con cuidado cada una de las ventanas y volvió a la cocina, para descansar un rato más. Tuvo que encender las luces. El cielo había tomado un color tan oscuro, como el de su mascota.
Continuó limpiando el resto de la casa. Se podía decir que ya estaba habitable.
Estaba muy cansado. Se recostó sobre el sillón. Pensaba estudiar. Leyó unas pocas hojas de un apunte, y se quedó dormido, junto a Emily.
Dos horas más tarde, se levantó sobresaltado. La tormenta había alcanzado su máxima expresión.
Encendió su computadora. Pensaba responder mails, pero las noticias que bombardeaban la pantalla eran alarmantes: muertos y desaparecidos en la ciudad de La Plata. La peor inundación de su historia había sorprendido a todos sus pobladores.
Minutos más tarde un extraño ruido lo guió hasta la puerta de calle. No dudó en abrir. Una joven, de más o menos su edad había caído desmayada sobre el umbral.
La tomó en sus brazos, la llevó a su habitación, la arropó, encendió la estufa y se sentó junto a ella, esperando que despertara.
Su bello rostro estaba golpeado y lastimado. Las heridas eran recientes.
¿Qué le habría sucedido? ¿Cómo había llegado allí? ¿Quién era?
No parecía un accidente. Él había visto muchas veces, marcas de esas características.
Perdió la noción del tiempo. Horribles recuerdos invadieron su mente. Se transportó a su niñez, en su ciudad de origen, cuando solo quería ser grande para poder hacer algo.
Un sutil movimiento sobre su cama, lo hizo volver a la realidad. Sintió que era él el se estaba despertando luego de un repentino desmayo.
Unos enormes ojos verdes, muy tristes, atravesaron su mirada y hablaron mucho más que mil voces, pidiendo ayuda.
-        Tranquila. Acá no se inunda. Estamos a salvo.
-        Gracias. No sé cómo llegué acá…
-        No importa. No te esfuerces.
-        Es que…
-        Ya te traigo un café caliente.
Cuando él volvió a la habitación, con una taza humeante, ella estaba sentada en la cama, acariciando a Emily. Por sus mejillas no se deslizaban gotas de lluvia, precisamente.
-        Estás empapada.
-        Sí, pero… es lo que menos me preocupa.
-        ¿No llegaste hasta acá escapando del agua, verdad?
-        ¿Cómo te diste cuenta?
-        Es largo de explicar. Contame vos, por favor.
-        Bueno… ante todo me presento. Soy Briana, tengo dieciocho años y vivo en La Plata desde hace unos meses. Vine a estudiar. Soy de  Pergamino.                             .
-        Mi nombre es Elián, tengo diecinueve y tampoco soy platense. Nací en Mercedes.
-        Apenas llegué acá, conocí a  Guido. Empezamos a salir. Todo normal, al principio, pero…
-        Es un tipo violento.
-        Sí.
-        Y hoy quisiste cortar, entonces…
-        ¿Cómo sabés?
-        Eso no importa. Quedate tranquila. No soy amigo de Guido, ni podría llegar a serlo jamás.
-        Si llegan a golpear la puerta, por favor, no abras. Tengo mucho miedo.
-        Todo va a estar bien.
-        Gracias. En cuanto pare de llover me voy, no quiero involucrarte en esto.
-        Vos de acá no te vas a mover, al menos no sola. Te voy a acompañar y te voy a ayudar en lo que necesites.
-        No tengo amigos acá, ni familiares. Guido era muy celoso, no quería ni que me reuniera con compañeros de la Facu, a estudiar.
-        ¡Qué HDP! Ya va a pagar por todo lo que te hizo.
Elián  buscó ropa deportiva y se la dio a Briana. Aunque le quedara grande, estaría mucho más cómoda que con sus prendas empapadas, pegadas a su cuerpo desde hacía varias horas. Ella se dio una ducha caliente, reparadora. Mientras tanto, él se puso al tanto de las terribles noticias sobre la inundación. Las imágenes eran desoladoras. Parecían tomadas de una película. Nunca había visto algo similar, en la zona.
No había entrado una sola gota en la casa. Los terrenos de ese barrio eran mucho más altos que el resto de la ciudad. Estaban en una isla paradisíaca rodeada de náufragos que intentaban refugiarse en ella.
Ya era de noche, cuando una familia entera llegó en busca de ayuda.  Briana y Elián formaron un equipo, asistiendo a los tres pequeños, de dos, cuatro y seis años de edad, y a su mamá. Luego prepararon varios platos de sopa instantánea, con lo que recuperaron la temperatura corporal.
La mujer no pudo comunicarse con su esposo ni con sus padres. Los celulares no funcionaban y el teléfono fijo de Elián había quedado sin tono, por lo cual tampoco había servicio de Internet. Cuando el cansancio la dominó, quedó dormida en medio de la cama de abrazada a sus tres niños y acompañada por la pequeña mascota.
Briana y Elián intentaron aflojar tensiones, compartiendo unos mates y retomando la charla que había quedado pendiente.
-        Esto que me pasó es una señal. Que vos me hayas salvado la vida, estar acá, ayudando a otros… tiene que ser por algo. Si Dios quiso darme esta oportunidad, no puedo fallarle.
-        Tenés razón, pero yo no te salvé la vida, no exageres.
-        ¿Cómo que no? Personas en mejores condiciones que yo, murieron ahogadas. Yo no sé cómo me vería, cuando me abriste la puerta. Pero sé que sentí que era el fin.
-        ¿A qué te referís con eso de que no podés fallarle?
-        Que tengo que hacer lo que corresponde. Mañana mismo voy a ir a denunciar a Guido.
-        Me parece perfecto. Y  no tengas  miedo. No estás sola.
Continuaron la charla sentados en el sillón y se quedaron dormidos hasta el amanecer.
Cuando se despertaron, se miraron como pidiéndose disculpas. Y comenzaron el día más triste en la historia de los platenses.
Luego de un abundante desayuno, los seis subieron al auto de Elián y fueron a la casa de esa hermosa familia que se había separado por unas horas. Las pérdidas materiales eran incalculables. Pero todos estaban sanos y juntos.
Las imágenes que Briana y Elián pudieron observar, eran desgarradoras. Parecía irreal. La peor catástrofe de la zona, en toda su historia. No pudieron evitar las lágrimas. Tampoco se atrevieron a hablar de sus problemas personales, en medio de tanto dolor. Sus ojos se comunicaron como si se conocieran de mucho tiempo. Tenían los mismos valores y heridas muy parecidas. No sabían demasiado uno del otro, pero inexplicablemente se sentían unidos.
Horas más tarde decidieron ir a buscar algo de ropa y documentación de Briana. Elián le había propuesto que se quedara con él, al menos hasta terminar los trámites en la comisaría. Todo se retrasaría. La ciudad estaba prácticamente sin actividad. No había servicio eléctrico en varias dependencias públicas y nadie sabía cuándo se iba a normalizar.
La compañera de trabajo de Briana tenía copias de las llaves de su departamento. Pasaron a buscarlas. Ella estaba reacomodando los muebles que había logrado salvar de la inundación.
Luego de atravesar  un largo pasillo, llegaron a la puerta. Al colocar la llave, notó que estaba abierta. Segundos más tarde, Guido intentó pegarle un tiro en el pecho a Briana. Elián se interpuso y cayó.
      Guido corrió hacia la calle. Trató de huir, pero varios vecinos pudieron impedirlo al llamar inmediatamente al 911. En anteriores ocasiones, sabiendo que ejercía violencia de género, habían hecho oídos sordos.
Briana vio los últimos meses de su vida, en minutos. Cada insulto, cada palabra hiriente, cada golpe, llegaron a su mente reviviendo la humillación y el dolor.
Y algo muy fuerte salió de su pecho: amaba a Elián y no soportaría verlo sufrir por su culpa. Las horas que había compartido con él habían sido suficientes. No había un ser más valioso en toda la Tierra. Dios no podía permitir que le sucediera algo malo.
No podía hablar. No podía escuchar. No podía ver que la bala solo había rozado el hombro de Elián. Él estaba mucho más consciente que ella, de pie, a su lado.
La recuperación fue rápida. Más aún al saber que Guido quedaría detenido, por un tiempo.
La ciudad fue levantándose, gracias a la solidaridad de miles de personas, de todo el país y de la fuerza de los damnificados. La luz de cada uno de esos seres, derrotó a la oscuridad producida por el clima.
Los padres de Briana se instalaron durante una semana en La Plata y ella se disculpó por  haberles ocultado una información tan importante. Prometió que jamás los dejaría al margen. Regresaron a su ciudad tranquilos, luego de haber conocido a Elián, que ya había sido dado de alta.
La mañana en que volvió a su casa, junto a Briana, le dijo que la amaba. Sabía que el sentimiento era mutuo, desde el primer momento, pero prefirió empezar la relación allí y no en un sanatorio.
Y esa misma tarde, Briana lo acompañó al hospital, pero no para que se atendiera.


Allí, él pudo contarle a su mamá que se había mudado, que había empezado a estudiar Derecho y que estaba enamorado, apenas ella despertó del coma producido por el último ataque de su ex marido, el padre de Elián.